martes, 21 de abril de 2009

Ensayo sobre el machismo en las bicicletas.



Muchos estudiosos cuando hemos montado una bicicleta nos hemos preguntado: ¿Pero qué mierda es esta, hay que pedalear para encender la luz? , ¡¿Uso ecológico?! 

Estos son los principales argumentos que nos da la sociedad acerca de las cuestiones que suscita la bicicleta, pero no son más que tácticas científicas de disuasión que impiden al ser humano plantearse la verdadera pregunta: ¿Qué se esconde detrás del concepto de bicicleta?

La bicicleta, tal y como la conocemos ahora, fue una alternativa comunista al poder imperante que ejerce el autómata alienado de la burguesía, que con su opulencia prefiere obtener la comodidad que le ofrece un medio de desplazamiento caro y exento de trabajo proletario, como puede ser el coche o, más antiguamente, el carruaje. Pero esta concepción dualista “rico-pobre”, “coche-bicicleta” se añade la religión imperante y con esto todas las lacras heredadas de tal concepción.

La bicicleta degrada a la mujer. ¿Por qué “el coche” es masculino?, ¿Por qué “el avión” es masculino? (y además con forma fálica), ¿Y “el barco”?

Cuando escuchamos “el crucero” o “el barco” enseguida nos viene a la mente la increíble imagen de un trasatlántico bordeando las llanuras de alguna paradisíaca costa, a ser posible con lujos y todo tipo de imágenes opulentas que se esfuerza por alimentar nuestra sucia consciencia. Sin embargo, ¿Qué pasa al escuchar “la barca” o “la embarcación”?

Recuerdos de la infancia (inocencia pueril, inexperiencia, no saber qué es la vida), una barca endeble en lo más profundo del océano. Una envergadura ínfima. El femenino del barco siempre lo asociamos a algo débil, frágil, maltratado por las injusticias de la naturaleza.

Lo que a primera vista puede ser una simple coincidencia vemos que se repite a lo largo de nuestra vida con distintos juicios que emitimos de manera inconsciente. Y de manera inconsciente labramos con nuestra profunda mente machista los conceptos, los signos, las palabras necesarias para perpetuar la injusticia natural que ejerce el hombre sobre el género femenino. La bicicleta es el único medio de transporte que se enuncia en femenino, y ¿Oh? ¡Sorpresa! Requiere sumisión, esfuerzo, consistencia. Pobreza.

Llega hasta tal punto la barbarie que cuando una bicicleta tiene un aspecto masculino, agresivo y orientado al ocio, le añadimos impunemente una coletilla al estilo “de trial” (evidentemente, palabra masculina), no podemos soportar  que nos resulte atractivo y útil algo femenino.

Además, lo que ya me parece inconcebible, pero cierto, es que al ver una evidencia  como puede ser la bicicleta “de montaña” (obviamente palabra femenina) , los seres humanos somos tan rastreros de sustituir el término por algo más masculino, la “Mountain Bike”. Hasta tenemos que recurrir al inglés para justificar nuestros prejuicios dominantes.

 

Y no sólo eso, aún voy a ahondar más: La marca.

Como buena sumisa, la bicicleta siempre se encuentra MARCADA, pero no marcada por la sociedad, ni marcada de forma autónoma, tampoco marcada por su número de producción o por sus características. Está, como no podía ser de otra manera, MARCADA por el hombre.

¿HABEIS VISTO ALGUNA VEZ UNA MARCA FEMENINA DE BICICLETA?

Fijaros, fijaros:  Shimano, CONOR, LAPIERRE, GIANT, BH, BOOMERANG.

Ni una, ni una mujer. Además de humillada, ofendida. Hasta en lo que se constituye, penosamente, como femenino, tenemos que dejar la huella histórica de la imperante dominación del hombre.

Suerte que aún queden marcas como Orbea, que intentan con sana modestia hacerse un lugar en el  déspota mundo de los varones. ¡Ánimo!, no voy a ser pesimista, éste es el rayo de sol después de la tormenta. Una preciosa manera de generar esperanza por un futuro mejor, más femenino.

jueves, 16 de abril de 2009

Bocadillo de Colores, Art Nouveau



En este mundo de jamón y queso, cuando el bocadillo tiene un sabor monótono, tú pones el color.